lunes, 17 de noviembre de 2014

CUERPO CON SENTIDO Por: Nelida Vengoechea

CUERPO, ESTUDIANTE, MAESTRO, SOCIEDAD DE VIGILANCIA

La forma en la que fuimos educados, la distribución de nuestros espacios en largas filas como militares en servicio, la descarga de  frustración de los maestros hacia sus alumnos por medio de golpes, burlas e insultos, la negación del pensamiento y los grandes conceptos que eran y son obligados a repetir sin sentido alguno dan cuenta de la negación de una literatura y un pensamiento poético por parte del sistema educativo que ha venido formando a los sujetos que integramos el mundo y a los responsables de las catástrofes que hemos vivido.
La escuela no era,  ni es actualmente pensada para nuestra desgracia como un espacio en el que se impulse a sentir, a tener respeto por el otro, a reconocernos en el otro, no es un espacio donde el principio de alteridad impere sobre las ganas de vigilar y controlar el pensamiento para hacernos sujetos productores y consumidores de una sociedad económica donde lo que menos importa es el ser humano y su sentir.



Hemos vivido en un mundo donde se nos enseña que sentir es pecado, que nuestro cuerpo es vergüenza y que hay que esconderlo a como dé lugar, un mundo donde el lenguaje poético nunca se ha enseñado porque libera nuestros sentidos y nos hace libres  de pensamiento,  lo que genera en  nuestra sociedad vigilante una amenaza.  Lamentablemente  nuestros estudiantes son observados como una caja vacía que el maestro puede llenar con lo que se le ocurra porque en vez de ser un acompañante es el dueño de una verdad irrefutable que muchas veces ni el entiende.
Clara Cuervo a través de su artículo Cuerpo con Sentido nos invita a dar vía libre a nuestros sentidos, a quitarnos la armadura que desde hace años nos tiene esclavizados y presos,  a ser libre por medio de la poesía.
Saramago en su obra Ensayo Sobre la Ceguera Citado por Clara Cuervo nos muestra que por medio de la observación reconocemos que hay seres y personas igual que nosotros, pero no nos reconocemos en ella y mucho menos lo hacemos a través de nuestros sentidos, solo cuando carecemos de esta facultad y nos sentimos absurdamente desesperados sin saber qué hacer y cuando lo que nos enseñaron y para lo que fuimos construidos carece de fundamento, volvemos a nuestros sentidos y a eso en lo que primariamente fuimos dotados. Comenzamos a oler así sea el orín de las letrinas putrefactas, o a sentir  la escalofriante sensación de estar encerrado y a merced de otras personas que si pueden observar. Y cuando ya todos carecemos de la vista y nos encontramos en la misma posición volvemos a ser seres con sentidos impulsados solo por aquellos que aún nos quedan y por los que muy seguramente no fuimos fusilados antes.
La literatura poética es una invitación a la libertad,  como afirma Clara Cuervo es una invitación a regresar a nuestros inicios a utilizar nuestros sentidos pero no como una descripción de conceptos sino como herramientas que nos ayudan a reconocer nuestro propio cuerpo y por medio de estos a reconocer a los demás como parte esencial en la formación de nuestra vida. Reconocernos como seres que sienten seguramente acabara con la armadura que los sistemas educativos y de vigilancia y control han  puesto sobre nuestro cuerpo y lo que muy seguramente nos ha llevado a comportarnos como bestias frente a nuestros semejantes.

Volver a nuestros inicios, a sentir el olor del seno de nuestra madre, a sentir la emoción que genera nuestro corazón al latir, nuestras manos al tocar, nuestra lengua al probar, nuestros ojos al reconocer, nuestros oídos a apreciar más allá del ruido, somos seres sensibles y en la medida en que aprendamos a reconocerlo posiblemente seamos capaces  de mejorar nuestra humanidad, porque somos más que un conjunto de huesos y carne somos sentimientos que nos impulsan a tener un pensamiento diferente, un pensamiento de libertad y de aceptación por el otro.
Soy yo en la medida que soy en el otro, por el otro y para el otro.

Por: Nélida Vengoechea

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