CUERPO,
ESTUDIANTE, MAESTRO, SOCIEDAD DE VIGILANCIA
La
forma en la que fuimos educados, la distribución de nuestros espacios en largas
filas como militares en servicio, la descarga de frustración de los maestros hacia sus alumnos
por medio de golpes, burlas e insultos, la negación del pensamiento y los
grandes conceptos que eran y son obligados a repetir sin sentido alguno dan
cuenta de la negación de una literatura y un pensamiento poético por parte del
sistema educativo que ha venido formando a los sujetos que integramos el mundo
y a los responsables de las catástrofes que hemos vivido.
La
escuela no era, ni es actualmente
pensada para nuestra desgracia como un espacio en el que se impulse a sentir, a
tener respeto por el otro, a reconocernos en el otro, no es un espacio donde el
principio de alteridad impere sobre las ganas de vigilar y controlar el
pensamiento para hacernos sujetos productores y consumidores de una sociedad
económica donde lo que menos importa es el ser humano y su sentir.
Hemos
vivido en un mundo donde se nos enseña que sentir es pecado, que nuestro cuerpo
es vergüenza y que hay que esconderlo a como dé lugar, un mundo donde el
lenguaje poético nunca se ha enseñado porque libera nuestros sentidos y nos
hace libres de pensamiento, lo que genera en nuestra sociedad vigilante una amenaza. Lamentablemente nuestros estudiantes son observados como una
caja vacía que el maestro puede llenar con lo que se le ocurra porque en vez de
ser un acompañante es el dueño de una verdad irrefutable que muchas veces ni el
entiende.
Clara
Cuervo a través de su artículo Cuerpo con Sentido nos invita a dar vía libre a
nuestros sentidos, a quitarnos la armadura que desde hace años nos tiene
esclavizados y presos, a ser libre por
medio de la poesía.
Saramago
en su obra Ensayo Sobre la Ceguera Citado por Clara Cuervo nos muestra que por
medio de la observación reconocemos que hay seres y personas igual que
nosotros, pero no nos reconocemos en ella y mucho menos lo hacemos a través de
nuestros sentidos, solo cuando carecemos de esta facultad y nos sentimos
absurdamente desesperados sin saber qué hacer y cuando lo que nos enseñaron y
para lo que fuimos construidos carece de fundamento, volvemos a nuestros
sentidos y a eso en lo que primariamente fuimos dotados. Comenzamos a oler así
sea el orín de las letrinas putrefactas, o a sentir la escalofriante sensación de estar encerrado
y a merced de otras personas que si pueden observar. Y cuando ya todos
carecemos de la vista y nos encontramos en la misma posición volvemos a ser
seres con sentidos impulsados solo por aquellos que aún nos quedan y por los
que muy seguramente no fuimos fusilados antes.
La
literatura poética es una invitación a la libertad, como afirma Clara Cuervo es una invitación a
regresar a nuestros inicios a utilizar nuestros sentidos pero no como una
descripción de conceptos sino como herramientas que nos ayudan a reconocer
nuestro propio cuerpo y por medio de estos a reconocer a los demás como parte
esencial en la formación de nuestra vida. Reconocernos como seres que sienten
seguramente acabara con la armadura que los sistemas educativos y de vigilancia
y control han puesto sobre nuestro
cuerpo y lo que muy seguramente nos ha llevado a comportarnos como bestias
frente a nuestros semejantes.
Volver
a nuestros inicios, a sentir el olor del seno de nuestra madre, a sentir la
emoción que genera nuestro corazón al latir, nuestras manos al tocar, nuestra
lengua al probar, nuestros ojos al reconocer, nuestros oídos a apreciar más
allá del ruido, somos seres sensibles y en la medida en que aprendamos a
reconocerlo posiblemente seamos capaces
de mejorar nuestra humanidad, porque somos más que un conjunto de huesos
y carne somos sentimientos que nos impulsan a tener un pensamiento diferente,
un pensamiento de libertad y de aceptación por el otro.
Por:
Nélida Vengoechea
Hermoso trabajo.
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